TEXTO Josué 5:10-15 Introducción Antes que Moisés comenzara la liberación del pueblo de Israel, tuvo un encuentro dramático con Dios (Éx 3). Lo mismo ocurrió con Josué, antes que empezara la conquista de la Tierra Prometida. Antes de estudiar en detalle este pasaje, echemos un vistazo al contexto en el que se dio este encuentro. - El pueblo fue circuncidado (Jos 5:1-9). Estaban ‘santificados’. - El pueblo había celebrado la fiesta de la Pascua (Jos 5:10-11). Renovaron la celebración de la fiesta instituida por Dios, que traía a la memora la redención de Egipto. - El maná cesó (Jos 5:12). Dios proveyó para Su pueblo los 40 años en el desierto, en forma sobrenatural. Ahora supliría sus necesidades en una manera más ‘natural’. Fue en este contexto que leemos del encuentro dramático entre Josué y una figura divina. Lección: No debemos esperar tener grandes experiencias espirituales, y profundas manifestaciones de Cristo, a no ser que vivamos vidas de obediencia a los mandamientos de Dios. 1. LA DESCRIPCIÓN (v.13a) a. Apareció Como Hombre La palabra hebrea (‘ish’) no significa ‘ser humano’, sino ‘varón’. No hay indicación alguna que lo que Josué vio fue una visión. Más bien, fue una teofanía; una verdadera manifestación de Dios, en forma humana. Parecido a lo que leemos de la experiencia de Abraham, en Gén 18:2. ¿Quién era este Hombre? La manera en que se identifica a Sí mismo, en el v.14a, juntamente con la reacción de Josué, en el v.14b y 15, indica que no era un ser humano; tampoco era un ángel. Era nada menos que el Hijo de Dios, antes de la encarnación. Era el Ángel de Jehová, quien a veces aparecía en formas no humanas (por ejemplo, en la forma de fuego, en Éx 3:2), pero mayormente tomó la forma de una persona (ver Juec 13:3, 6). La Persona que se manifestó a Josué fue el que se manifestó a Abraham, cuando éste estaba por sacrificar a Isaac (Gén 22:11). Fue el que cuidó a Jacob, cuando éste dejó su casa, y pasó años en Padan Aram (Gén 31:11, 13). Fue el hombre que peleó con él en Peniel (Gén 32:24), y lo cuidó toda su vida (Gén 48:16). Él fue quien acompañó a Israel a lo largo de sus peregrinaciones en el desierto (Éx 23:20-23). Años más tarde, fue la Persona que se manifestó a Daniel como el Hijo de Hombre que venía en las nubes de gloria (Dan 7:13-14); palabras que el Señor aplicó a Sí mismo, cuando estuvo sobre la tierra (Mat 26:64). ¡Que gran privilegio para Josué! b. Tenía una Espada Desenvainada ¿Por qué? Porque el contexto era uno de guerra. Josué y el pueblo de Israel estaban por luchar contra los cananeos. El Señor vino a pelear; era la batalla del Señor, no de Josué. Por 400 años, Dios esperó con mucha paciencia para ver si los cananeos iban a arrepentirse de sus pecados (Gén 15:13, 16). No lo hicieron. Ahora llegó el tiempo de juicio. En ese momento, el Señor apareció, como aparecerá al fin de los tiempos, con una espada, para pelear contra Sus enemigos, y castigarles (Apo 19:11-15). Al desenvainar Su espada, el Señor estaba declarando la guerra contra Sus enemigos. 2. EL DIÁLOGO (v.13b-14a) Josué estaba cerca de Jericó. Se supone que fue para mirar a la ciudad, y preguntarse cómo la iban a conquistar. El pueblo de Israel no tenía experiencia de pelear contra ciudades amuralladas. Parece que Josué se olvidó que Dios había prometido que el Ángel del Señor les iba a guiar a la batalla, y darles la victoria (Éx 23:23). Cuando él vio al Señor, vestido de soldado, se asustó, y desafió al Hombre. Para él, la persona delante de él no era nada más que un soldado. a. La Pregunta de Josué (v.13b) Por un lado, la pregunta de Josué fue natural: “¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos?” (v.13b). El Señor Jesús, cuando estuvo sobre la tierra, enseñó esto a Sus discípulos. Hay solo dos bandos; la gente está a favor de Dios o en Su contra (Marcos 9:40). Eso fue lo que Josué pensó en ese momento. Para él, cualquier soldado en la zona o era judío o era cananeo. O estaban a favor de Israel, o al lado de los cananeos. Sin embargo, dado a que la pregunta fue dirigida al Señor, estaba mal planteada. Josué pudo haber hecho esa pregunta, legítimamente, a cualquier otra persona, menos al Señor. ¿Por qué no? Porque en cierto sentido, el Señor no está del lado de nadie; está sólo de Su lado, y todos los demás luchan por Él o en Su contra. Josué cayó en la trampa de pensar que él e Israel eran el centro del universo; pero estaba equivocado. La vida es más compleja que eso. PELIGRO: Pensar que nosotros somos el centro del ‘universo’; es decir, que somos lo más importante. Que Dios sólo puede pelear a favor mío (o nuestro). b. La Respuesta del Señor (v.14a) En Su respuesta a Josué, el Señor indicó que NO vino para pelear por ellos, sino más bien para dirigirles en la batalla – en SU batalla. Él se manifestó como el “Príncipe del ejército de Jehová” (v.14a). ¿Qué quiso decir con eso? ¿De qué ejército hablaba? - Él es el Comandante del ejército celestial – las huestes angelicales. Ellas son Sus siervos, y cumplen Su voluntad. Hay una guerra que se da en los lugares celestiales (Apo 12:7; ver Dan 10:13). El Señor dirige esa guerra. Es invisible, pero de vital importancia. - También es el Comandante del ejército terrenal – el ejército de Israel. Ellos son Sus siervos, y cumplen Su voluntad. Él era el Comandante de todas esas fuerzas; la Cabeza de todos. El que tenía la máxima autoridad. Josué era el líder humano de Israel. Él pensó que le tocaría a él dirigir al pueblo en la batalla. Lo hizo una vez, cuarenta años atrás, cuando Israel luchó contra los amalecitas (Éx 17:8-16). Ahora sentía que era su responsabilidad hacerlo otra vez. Pero hubo una gran diferencia. En este caso el Hijo de Dios se hizo presente, revelándose como el Capitán. En esta oportunidad Él dirigiría al pueblo en la lucha contra Jericó (y luego contra todos los cananeos). 3. LA DEVOCIÓN (v.14b-15) ¿Cómo reaccionó Josué frente a esta manifestación de Dios el Hijo? a. Adoró (v.14b) Cayó sobre su rostro delante del Señor, tal como Moisés lo hizo años atrás (Éx 34:8). Se postró en adoración. ¿Qué significa adorar? Es la reacción natural ante la manifestación de Cristo. Si nos encontramos con el Señor, adoraremos delante de Él. Es inevitable. b. Se Sometió (v.14c) Hasta ese momento, Josué sintió que él estaba cargo. Que él dirigiría al pueblo en la lucha contra Jericó. Él tenía sus propias ideas acerca de cómo hacerlo. Pero ahora había otra Persona presente; un líder mucho más importante que él – el Comandante mayor. Así que Josué tenía que someterse a Su liderazgo. Expresó su sometimiento, diciendo: “¿Qué dice mi Señor a su siervo?” Todo líder espiritual debe ser caracterizado por la humildad. Josué quizá tenía sus propias ideas acerca de cómo atacar a Jericó; pero se sometió voluntariamente al Señor, Su Comandante superior. Suplicó las órdenes del gran Captian de la salvación. Nos hace pensar en lo que otro gran líder dijo una vez a Cristo (luego de Su muerte y resurrección) – Saulo de Tarso (Hch 9:6). c. Se Humilló (v.15) Josué estaba observando la ciudad de Jericó, pensando en cómo podría atacar la ciudad. Pero lo primero que el Señor quería de Josué era su adoración, y el reconocimiento de quien Él era. Así que le ordenó a Josué q quitase sus sandalias, porque estaba sobre tierra santa. Lo mismo que le dijo a Moisés (Ex 3). Conclusión Estas cosas sucedieron y fueron escritas para nuestra instrucción. Debemos considerarlas no como cosas inusuales de antaño, que ya no se repiten. Más bien, debemos considerarlas como eventos que establecen principios eternos. El que se presenta aquí es Cristo, el que siempre está con Su Iglesia. Él no está con la Iglesia simplemente para luchar a favor de ella, sino como Su Cabeza y máxima autoridad. Todos debemos someternos a Él. Peleamos contra grandes enemigos (especialmente enemigos espirituales), pero no tenemos por qué temer; tenemos un gran Capitán. |
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